La frase del día: "No me gusta salir a un escenario y que digan que soy clavada a otra cantaora" Argentina

viernes, 28 de diciembre de 2007

Historia real de tragedia y amor tras el espectáculo «Cádiz» del Maestranza

La noticia en sí es que el próximo día 27, el Teatro de la Maestranza de Sevilla acogerá el espectáculo «Cádiz», basado en otro que se tituló «Las calles de Cádiz» estrenado en octubre de 1933, protagonizado por Encarnación López «La Argentinita» o su hermana Pilar López que se turnaban, y cuyo libreto fue escrito por el torero, dramaturgo y poeta sevillano Ignacio Sánchez Mejías, que lo firmó con el pseudónimo Jiménez Chávarri, e incorporó canciones de García Lorca a las que puso música Manuel de Falla -casi ná al aparato-, mientras que en el que podrá verse ahora en Sevilla, el contenido es totalmente flamenco, con montaje de Juan José Jaén «El Junco», dirección escénica de Pepa Gamboa y participación de numerosos cantaores y bailaores, entre ellos, Mariana Cornejo, Carmen de la Jara, María José Franco o Rosario Toledo.
Y decía al principio «La noticia en sí», porque realmente yo hoy quería ir más allá de comentar el estreno, pues no me he resistido a contarles la historia de amor, tragedia y drama que existe tras el primitivo «Las calles de Cádiz». Verán: La Argentinita fue novia del torero de Gelves Joselito «El Gallo», aunque la muerte de éste en Talavera de la Reina el año 1920, cuando ella tenía 22 de edad, truncó el idilio, por lo que Encarnación, rota por la pena, inició una larga gira por América con el fin de olvidar.
Pero quiso el destino que estando en México conociera a Sánchez Mejías, quien a su vez era cuñado de Joselito, al estar casado con su hermana Lola. Entre La Argentinita e Ignacio se entabló una amistad que con el tiempo cristalizó en unión amorosa generalmente a escondidas porque él no pudo divorciarse, aunque totalmente pública por lo conocida, relación que a ella se le volvió a truncar trágicamente, debido a la cogida sufrida por el torero en Manzanares en agosto de 1934, que días después le produciría la muerte en la clínica madrileña a la que fue llevado, sin que Encarnación pudiera darle el último beso, porque a la habitación donde se encontraba postrado el agonizante sólo accedeieron su esposa legítima y sus hijos. Y en el transcurso de ese idilio, fue cuando Ignacio escribió y «patrocinó» «Las calles de Cádiz».
Agradecimientos. Y paso a los agradecimientfos a quienes me han felicitado la Navidad, que hoy expreso a Maribel Montaño, Domingo González, Bienal de Flamenco, Manuel Valdecantos, Sofía Martín-Vázquez, Pascual Caputto, Bodegas Barbadillo, Pepe Díaz y familia, Agustín Muñoz, Ibersponsor, Fundación Colegio de Médicos y Jesús David Borrego. A todos, igualmente.
jlmontoya@abc.es

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