La frase del día: "No me gusta salir a un escenario y que digan que soy clavada a otra cantaora" Argentina

viernes, 26 de octubre de 2007

Sin fronteras

Miguel Poveda el cantaor en estado de gracia del momento, la gran figura del flamenco desde su inconmensurable “Tierra de calma”, presentado en la última Bienal de Sevilla, trae al Maestranza “Sin frontera”, convirtiendo el escenario del Teatro en un viejo “colmao” donde se dan la mano lo antiguo y lo más nuevo del cante, el toque y el baile, en un sorprendente diálogo entre Barcelona y Jerez.
Y entre las mesas, cantes de las minas y la fragua, cantes de fiesta. Poveda, generoso donde los haya, invita a compartir vino y cartel a grandes figuras, por Cataluña, Juan Gómez “Chicuelo”, desde Jerez, Luis “El Zambo”, Moraito chico, Joaquín y Carlos Grilo y “Cantarote”.
“El Zambo” se arranca por bulerías arropado por los artistas de Jerez. Poveda, con “Chicuelo”, entra con una minera. “El Zambo” contesta por soleá. Poveda demuestra, por malagueñas y fandangos, que está en lo más alto. Lo antiguo y lo nuevo se juntan en la pureza de una toná en las voces de Miguel y “El Zambo”.
“¡Qué borrachera!”, no podía ser de otra forma, de nuevo las dos voces, ahora, por bulerías. La fiesta sube de tono: cantes por tientos, “pocito inmediato”, Poveda por tangos, por seguiriyas “El Zambo”
.
Bailes por alegrías, bulerías en la guitarra de Moraito, bulerías en la voz del maestro. La fiesta en su apogeo. Triunfa el compás de Joaquín y Carlos Grilo y Cantarote… ¿hay quien de más? Llega el recuerdo de Paquera y Lola Flores; sólo faltaría el “Alfileres de colores” para rematar la faena…
“Sin frontera”, un espectáculo redondo, completo, grande, que deja patente por qué Miguel Poveda, artista con mayúsculas, está hoy en el sitio que está, en lo más alto del flamenco. Escuchemos al maestro: “A veces, los lugares comunes del flamenco imponen su nombre, su fuerza. Jerez de la Frontera está en el centro de la comarca que más acredita esa cosa insana que los expertos llaman pureza. Jerez está rodeado –la Isla, Cádiz, los Puertos, Lebrija, Sevilla, Triana, Morón, Utrera, etc.- y es más centro que frontera. La famosa expresión, ¡España-Jerez!, parece darle a la ciudad andaluza estatuto de capitalidad y quitarle los rasgos propios de un lugar de frontera. Con propiedad no hablamos ya de una tierra de nadie, ese lugar y ese tiempo mitológico que suponemos a las tierras fronterizas, al límite, a la aduana, al contrabando, a la tierra de lo que no se conoce. Pero Jerez ha sabido hacerse de otras fronteras, otros límites. No se trata ya del señor que impone en los confines del imperio el canon de su tiempo, un compás marcado por lo mitad señorito y mitad medieval. No, las fronteras ahora son las de la noche y las de la fiesta. Como en las últimas películas del oeste, eso que la crítica llama un western crepuscular, existe un territorio donde los perdidos de la vida podemos encontrar refugio. Parece un tópico pero es un mito. Ponemos todos los frenos, nos armamos de la crítica y de la razón para defendernos, sabemos del mundo, hemos viajado y nada va sorprender a nuestros ojos de antropólogo, a nuestra vista de sociólogo que analiza cada gesto, cada risa, cada rostro grave. Tenemos levantadas todas nuestras defensas y de pronto te cambia la suerte y te quedas desnudo en medio de la calle. La noche cae en Santiago o en San Miguel y la gitanería nos abre sus venas, nos acoge, enjuaga nuestros pesares, nuestras penas, nuestras duquelas –que todos esos nombres y más, ha sabido ponerle al dolor para mitigarlo- y las disuelve entre los claros de su voz, compás en los tabancos, ensayos de guitarra, letras hirientes que se arrastran confiadas en el ritmo alegro de la bulería. < Yo he sentido el fondo del vaso, he visto el cristo que se dibuja al final, tras el cristal. Yo he pregonao en Jerez, sin saber lo que se compraba ni lo que se vendía, me he puesto en medio la calle y he pregonao. Yo he visto a un penitente bailar por bulerías acompañando su procesión, su prendimiento. Yo he escuchado despacito seguiriyas imponentes que parecían burlarse con un carabirurí. Yo he sabido lo que es amanecer, antes había visto salir el sol, pero no había escuchado que es lo que se canta cuando amanece. Qué gusto yo he tenío, he tocaíto tu persona to el tiempo que yo he querío. Perdido en la frontera, más allá del placer y del dolor, colmados los sentidos, sinestesia, anestesia. La frontera nos enseña la muerte que baila en cada una de sus juergas, nos enseña que ella es compañera, que no es mala del todo, que no nos engaña, y con suerte, nos deja que sigamos repitiendo de fiesta en fiesta”
PROGRAMA
Bulerías al golpe
Levante
Soleá
Malagueña y abandolao
Toná y martinete
Bulerías (“¡Qué Borrachera!”)
Tientos-Tangos
Seguiriya
Cantiñas
Bulerías (instrumental)
Bulerías (“Lola”)
Zapateado
Fin de fiesta por bulerías Soleá

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Olé! Qué pasión le pones Gracia, eres muy grande. Cómo me hubiera gustado que te hubieses lanzado por Torre de Arena ante el ilustre Mam... xDDD Un besazo

Rocío de Canela dijo...

Poveda y su arte..ese Zaguán, y ese compás que sólo él sabe llevar, un punto de gentío en el Maestranza, un punto de buen arte y de sentír. Ojalá mis sentidos hubieran podído saborear el son de Poveda, pero como artista reconocido las entradas a su espectáculo desaparecieron cual lunares de un cuerpo cuando llega la feria, para plantarse en los vestidos de la más flamenca.
Siempre dispuesta a escucharte poveda, a ti, y a tus artistas invitados.
En el compás está el punto, en el punto está Poveda