La frase del día: "No me gusta salir a un escenario y que digan que soy clavada a otra cantaora" Argentina

miércoles, 24 de octubre de 2007

Verdi por fandangos

Verdi a compás. La muerte por bulerías. Incienso mientras suena el taconeo. Un caballo balnco en el escenario. Vuelve Salvador Távora con su nueva obra Flamenco para Traviata, con la enorme dificultad de estrenar espectáculo tras Carmen con la que ha dado la vuelta al mundo y ha hecho de su grupo el más internacional en el teatro español contemporáneo. Távora muestra su nuevo montaje a partir de una idea que recalca una y otra vez: el flamenco debe parte de su desarrollo a la prostitución. De ahí que en su nueva obra relacione lo jondo con la Traviata de Verdi, narrando el dolor de una prostituta parisina de la alta sociedad enferma de tuberculosis. Para hilar el drama el sevillano vuelve a aludir al compromiso social que siempre caracterizó a La Cuadra, su compañía. Un compromiso que empieza por traer al escenario las cosas de gran importancia, a través del cante por fandangos.


12 fandangos con los que quiere demostrar la importancia a este palo denostado por los flamencólogos, y que hoy empieza a recuperar su prestigio dentro del mundo flamenco. Así, el fandango funciona como hilo conductor e ilustración de la historia narrada, la conocida de Violeta y Alfredo. Por su carácter popular casa de forma perfecta con los sentimientos que quiere mostrar Salvador Távora: el dolor y la crónica oscura de la realidad popular del cante y de la propia historia de prejuicios y clases sociales.
Para su propósito, Távora ha hecho una selección de estilos de fandango de una docena de creadores, de El Carbonerillo a Camarón pasando por Toronjo, El Gloria o El Bizco Amate, entre otros. Cada uno de esos fandangos tiene paternidad propia pero, insertados en la narración, su origen pierde importancia y cobra fuerza su mensaje, siempre desgarrado, siempre entre el amor, el desamor o la misma muerte.
Con esos fandangos en su papel, Távora incorpora otros estilos flamencos sin desdeñar el uso de la partitura verdiana o de otras músicas. Pero la mezcla se escucha de manera fluida, y los protagonistas se adaptan sin problemas a uno u otro ritmo sin que se pierda el acento flamenco dominante en la obra. Especialmente brillante resulta la labor de la joven María Távora, nieta del director, sin desmerecer el trabajo de El Mistela, experimentado en este tipo de obras.
Por lo demás, Flamenco para Traviata responde a la estética de Távora con la elección del blanco y el negro como colores dominantes y un rojo que es vehículo de dolor y muerte. También están las máscaras, el zancudo que representa la muerte o esos ingenios comunes en sus obras. Pero, sobre todo, está la capacidad del director para hacer que cualquier lenguaje artístico pueda hermanarse con el flamenco componiendo así obras impactantes. Puede que en esta última, quizás porque estemos ante una obra de madurez, se pierda algo esa capacidad de impacto. Traviata es así una obra atrayente, aunque puede que llamada a una respuesta excesiva de público.

No hay comentarios: